Una caza de brujas es un ejercicio de chivo expiatorio que implica la búsqueda sistemática de individuos que representan una posición social o filosófica impopular, inaceptada o inconveniente con el fin de perseguirlos.
Las personas en el poder a menudo llevan a cabo cazas de brujas como medio de consolidar su poder eliminando las amenazas o la deslealtad percibida.
Una característica definitoria de la caza de brujas es el uso de la propaganda para demonizar a la población objetivo. Otra es la tendencia a declarar la culpabilidad y apresurarse a juzgar con pruebas escasas o inventadas, ya que el castigo tiene prioridad sobre la justicia. Por ejemplo
Encontrar a alguien a quien castigar es más importante que encontrar al culpable. El delito por el que se considera necesario el castigo puede ser exagerado o inventado y a menudo tiene lugar en secreto, lo que excusa la falta de pruebas.
Quienes carecen de poder y están más cerca de la población objetivo pueden participar en la caza de brujas para lograr la buena voluntad de los poderosos o simplemente como medio de autoconservación.
PRINCIPALES CONCLUSIONES
La caza de brujas se remonta a las civilizaciones antiguas, con brotes notables en Europa durante la Baja Edad Media y la Edad Moderna.
Los tristemente célebres juicios por brujería de Salem, Massachusetts, en 1692, se saldaron con la ejecución de 20 personas y pusieron de manifiesto la histeria que rodeaba a las acusaciones de brujería en la América colonial.
En los tiempos modernos, el movimiento de la brujería ha experimentado un resurgimiento, y sus practicantes suelen hacer hincapié en la espiritualidad, las creencias basadas en la naturaleza y el empoderamiento.
La caza de brujas contemporánea continúa en algunas partes del mundo, donde las personas, especialmente las mujeres, son acusadas de brujería y se enfrentan a la violencia y la persecución.
Contenido
¿Cuándo empezó todo?
El término caza de brujas es ahora un término metafórico que deriva de las cazas de brujas literales de los años 1400-1700 en Europa y la América colonial; una época conocida como los tiempos ardientes entre las brujas modernas. Durante este periodo, se produjeron varios incidentes que implicaron arrestos y ejecuciones de un número a veces bastante grande de personas por el cargo de brujería con escasas pruebas.
La mayoría de las personas encarceladas y ejecutadas durante este periodo no eran, desde luego, brujas, y es difícil saber si alguna lo fue realmente. Los expedientes judiciales revelan pruebas "espectrales" y confesiones bajo tortura, lo que deja en entredicho la mayoría de las condenas.
Pero las brujas eran un chivo expiatorio popular cuando las cosas iban mal, una creencia fomentada por algunas organizaciones religiosas de la época para crear un enemigo percibido de Dios y de la Iglesia al que culpar de las "malas" acciones, cimentando así el poder de la Iglesia y del clero local y de cualquiera que decidiera ponerse el manto de la religión para ejercer el poder.
Cualquier desgracia podía achacarse a una bruja y entonces sólo era cuestión de decidir a quién le tocaba ser la bruja.
Algunos campesinos podían señalar a una "bruja" para desviar la atención de sus propias familias en un acto de autoconservación, pero hacerlo también podía ser beneficioso para ellos, ya que les daba cierto poder e influencia con los magistrados locales y a veces incluso les hacía ganar parte o la totalidad de las propiedades de la "bruja".
Así, cualquiera que fuera incómodo, tal vez no totalmente autosuficiente, o tal vez alguien al tanto de un oscuro secreto, o tal vez alguien a quien le gustaba chismorrear o que no era tan amable o respetuoso como a uno le gustaría, o cuyo perro no dejaba de meterse en su pollos o que tenía un pedazo de tierra más bonito que el tuyo presentaba un blanco conveniente para que sus vecinos denunciaran al cazador de brujas.
Las acusaciones falsas rara vez eran perseguidas.
¿Y hoy?
Aunque hoy en día sigue habiendo cazas de brujas literales, por lo general se limitan a África y Oriente Próximo.
Esto se debe probablemente a que la mayoría de la gente en Occidente ya no cree en la brujería y se ríe con condescendencia de las personas que dicen ser brujas. Sin embargo, la caza de brujas metafórica sigue siendo habitual en Occidente.
El término caza de brujas entró en la jerga en sentido metafórico en referencia a la febril búsqueda de simpatizantes comunistas y traidores que llevó a cabo McCarthy en Estados Unidos en los años 40 y 50 y a la febril búsqueda de desleales que realizó Stalin en Rusia en los años 30 y 40.